Hubo una era que conoció al burrito de los ojos saltones...
Hubo una tierra que alguna vez jineteó el inefable orejudo...
Oh burro querido! Hubo un remanso donde descansabas y, plácidamente, admirabas la extensa llanura, poblada de ombúes y arroyos mansos y compañeros...
Hubo una época de Quijotes y, sobre todo, de Sancho Panzas que te hicieron sentir el peso de sus gordos culos sobre tu montura...
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