lunes, 26 de abril de 2010

Kalami

Una parte de India todavía corre por mi sangre. El frenesí de esa época aún me inspira recuerdos profundos, inolvidables. La memoria se resquebraja pero no se desvanece. Hoy, pese a ser viejo, puedo continuar el relato...

Para mí, India es mucho más que millones de almas al borde del abismo. Mucho más que un conglomerado de pobreza e indigencia... es un territorio de espiritualidad incomparable, casi mágico...

Por aquellos años era un hombre racional. Enemigo de cualquier Dios y religión, profesaba rabioso mi agnosticismo. Leía a Nietzsche con la desesperación con la que los corredores de Bolsa estudian las secciones de economía y finanzas de esos pasquines llamados periódicos. Era un ser sin pasión y sentimientos. Mis creencias eran un montón de ideas sacadas a otros, robadas y hechas propias. Era un farsante. Con palabras elegantes disfraza la tristeza de mi corazón...

Hasta que un día conocí a Kalami. Su pelo negro brillaba en medio de la multitud. Iba de la mano de su pequeño hermano Adhiraj. El tiempo se detuvo; mis sentidos se paralizaron. Por primera vez comprendí lo que sienten los enamorados, esa suerte de naúsea que recorre el cuerpo y tiñe de idilio todo lo que toca...

Fueron veintidos años al lado de Kalami. Con el tiempo supe que su nombre significaba "espíritu guía".

miércoles, 21 de abril de 2010

La Ruedita Multicolor

Según narra la Historia (con mayúsculas), la rueda contribuyó profundamente a la evolución de la especie humana, ya que reinventó, de alguna forma, el movimiento. Acortó distancias, acercó pueblos...



















Caminando por el parque, en una tarde soleada, Jorgito se detuvo al ver una figura estridente: era la ruedita multicolor. Pensó, irremediablemente, en aquellas noches inagotables de casino, donde la ruleta giraba rabiosa hasta consumir las últimas monedas de su billetera...

Recordó la prosperidad que lo invadía por ese entonces: su posición de jefe en el Banco Suipacha todo lo hacía posible. La felicidad no era opción, sino una garantía. Al menos eso creía...

"Recuerdo a Jorgito pasear con su coche convertible colorado como si fuera un corredor de carreras", contó alguna vez Ramona, la señora que todos los lunes iba a limpiarle la casa. Era una época de cabellos largos y patillas tupidas para Jorgito, cuyo ícono era Guillermo Vilas...

La ruedita multicolor era una metáfora de su vida. A veces arriba, otras abajo, hoy le tocaba sumergirse en la más oscura decadencia. Era una burla, más aún era una provocación, que
alguien le hacía, un recordatorio que abría las heridas...

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