Negra!

Negra arrabalera, negra de la periferia...

Negra cubana, negra latinoamericana...

Negra que por tu sangre corre la revolución y la rebeldía de tu pueblo...

Negra dignísima que defiendes la libertad de los oprimidos...

La mirada de la esponja capitalista!

Si hablamos de esponjas, hay una que realmente sale del molde: "Bob". Sus detractores (puritanos por cierto) lo han acusado de difundir la homosexualidad entre los infantes. No obstante, una amplia mayoría se manifiesta a favor de este héroe postmoderno, esa simpática ballerina que trabaja como cocinero en un local de comidas rápidas.

Si bien el cuadrado amarillo parece ser un inofensivo dibujito animado al servicio de la diversión de los niños, hay varias pistas que lamentablemente nos indican lo contrario. Bob Esponja no es otra cosa que la metáfora más cruel del sistema capitalista subacuático y de la alienación humana (o animal)... Más aún, es un triste reflejo de la explotación juvenil, ya que sólo es un niño que trabaja full time por un salario mísero.

En este sentido, el popular personaje de Nickelodeon es un embajador del capitalismo que se disfraza de chico tonto... Ama freír hamburguesas, esa es su realización. No estudia, no quiere progresar. Vive solo, ¿de dónde saca la plata para el alquiler?...

Me pregunto si Bob no será una suerte de mensajero que anticipa a los jóvenes su futuro, y de paso, los convence de que trabajar en una multinacional de la comida chatarra es un sueño cumplido...

El burrito de los ojos saltones...

Hubo una era que conoció al burrito de los ojos saltones...

Hubo una tierra que alguna vez jineteó el inefable orejudo...

Oh burro querido! Hubo un remanso donde descansabas y, plácidamente, admirabas la extensa llanura, poblada de ombúes y arroyos mansos y compañeros...

Hubo una época de Quijotes y, sobre todo, de Sancho Panzas que te hicieron sentir el peso de sus gordos culos sobre tu montura...

La pianola de Carlitos

Narra la historia que Carlitos soñaba con una pianola... Los testimonios no nos dejan saber si sólo se trató de un ataque onírico o si realmente, como unos pocos sostienen, esa pianola alguna vez existió...

Lo cierto es que Carlitos disfrutaba su melodía. Cada noche, de la pieza aledaña a su suya, brotaban sonidos que hipnotizaban sus sentidos.

Felicidad y éxtasis era lo que sentía por la pionola: tal era su desesperación por deleitarse con sus acordes mágicos que procuraba dormir de día para gozar de la compañía de la pianola cuando caía el crepúsculo.

El extraño comportamiento de Carlitos y sus hábitos nocturnos llamaron la atención de sus vecinos. La mayoría lo acusaba de borracho y loco, y los más osados en tono burlesco lo llamaban "El Místico".

Carlitos no hablaba con nadie y se había ganado por esta causa la antipatía de todos. Era un hombre joven aunque su apariencia sugería una edad mucho mayor. La muerte de su padre, Don Jeremías Valderrama, había interrumpido su infancia y precipitado su vejez. "Ese muchacho estaba predistinado a la soledad" decía Eulogía Rincón Borda, una compañera de escuela que solía visitarlo durante sus primeros días en "El viajero errado", la pensión que abergó a Carlitos por más de 15 años...

Carlitos más que taciturno era un ser pensativo, como si las ideas que rondaban su cabeza no le hubiesen dado tiempo para relacionarse con las personas. No obstante, la maldad jamás lo invadía, incluso acudía a misa regularmente y daba el diezmo como todo buen cristiano.

La Última Cena

Un Jesús de piedra comparte el alimento con sus discípulos...

La instantánea capta la esencia del momento: el Hijo de Dios le hinca el diente a un trozo de pan mientras Pedro pispea al traicionero Judas...

El vino espera ansioso a ser servido. Ya será hora de embriagar las alegres almas con el violáceo elixir...